Introducción
En el año 1988 una falla en el sistema de Permisos de Trabajo, provocó el incendio y posterior explosión en la plataforma petrolera Piper Alpha que extraía aproximadamente 317.000 barriles diarios en el Mar del Norte (a 193 km al noreste de Aberdeen-Escocia). El accidente provocó la muerte de 167 personas entre trabajadores de la plataforma y personal de rescate. 30 cuerpos nunca fueron encontrados. Solamente 61 trabajadores escaparon con vida. Aproximadamente 3.400 millones de dólares fueron los costos relacionados con el desastre.
En enero de 1986 y 73 segundos después de despegar, el transbordador espacial Challenger explotó causando la muerte de sus siete tripulantes, incluida una persona civil (la profesora de escuela secundaria Christa McAuliffe). El costo de reemplazar la nave, el equipo dañado, la investigación posterior y otros daños supuso un valor aproximado de 5.500 millones de dólares.
Ambas organizaciones involucradas en los dos eventos descritos anteriormente, invierten grandes cantidades de dinero en sus sistemas de seguridad sin embargo no estuvieron exentas de sufrir accidentes catastróficos.
Imagínense usted lo que puede pasar cuando no existe esa inversión o los fondos no están siendo adecuadamente destinados hacia actividades de prevención real. Guardando las distancias lógicas, la consecuencia de los eventos potenciales puede no llegar a ser tan grande como las mencionadas al inicio de este artículo, pero puede ser lo suficientemente grande para afectar drásticamente la salud de su negocio.
Según la Organización Internacional del Trabajo los accidentes laborales causan anualmente la muerte de 2,8 millones de personas y le cuestan a la economía global un estimado de
1 ‘250.000 millones de dólares al año lo que equivale el 4% del PIB mundial. Ahora ya empieza a sonar como buena idea el invertir en seguridad ¿verdad?
El éxito de los negocios es cuantificado usualmente en términos de ventas, ganancias y productividad. Mientras que mucha menor atención se le da a la influencia que tiene la cultura de la organización en el desempeño, crecimiento y sostenibilidad del negocio.
Los negocios deberían reexaminar la importancia de la cultura organizacional y su impacto en el desempeño.
Cambio de paradigma
Tradicionalmente la seguridad ha sido vista como un gasto, mas no como una inversión ante los ¨¨”ojos financieros” de la empresa. Un gran porcentaje de esta decisión se debe a la errada percepción de que los beneficios de la inversión en seguridad son inciertos, no son inmediatos y tampoco son positivos.
Todo bien, hasta que… la empresa tiene un accidente que les permite apreciar la real magnitud tanto humana cómo económica que traen consigo los eventos no deseados.
El concepto del iceberg aplica perfectamente para explicar este asunto.
Normalmente se tiene el paradigma de que los costos de los accidentes son aquellos relacionados directamente con la enfermedad ocupacional o la lesión, aquellos costos relacionados con pólizas de seguros y con el salario de la persona involucrada y no más allá de eso. “Es lo que se ve a simple vista”.
Sin embargo, la parte escondida debajo de la superficie nos muestra que un accidente puede generar costos indirectos relacionados con daños materiales, pérdidas de productos, pérdidas de calidad, costos generales, pérdida del negocio y costos asociados con las acciones correctivas implementadas a raíz de la investigación del mismo.
Los costos directos son aquellos que básicamente se conocen al momento del evento (o poco tiempo después del evento) y su magnitud depende en parte del marco jurídico en el cual la organización opera; mientras que los indirectos salen a la superficie una vez que la investigación del accidente se ejecuta y están presentes sin importar el lugar. En muchos de los casos, según la gravedad de los posibles accidentes una evaluación previa puede concluir que los costos directos por sí solos son lo suficientemente grandes para justificar la inversión en seguridad.
Según estadísticas del National Safety Council (de los Estados Unidos) por cada dólar que se gasta en costos directos de los accidentes, también se gastan alrededor de $2.71 dólares en costos indirectos. Y por cada dólar invertido en la prevención de lesiones se tiene un retorno de $2 dólares (por concepto de productividad incrementada).
Además y por si fuera poco, existe una clase de costos que son intangibles y que no se los puede cuantificar fácilmente, por ejemplo: la pérdida de imagen de la compañía y el daño moral causado a la persona accidentada e incluso a su familia.
Liderazgo al rescate
¿Cuál es el rol de los líderes? El más grande desafío que tienen es demostrar a través del ejemplo que ellos están comprometidos totalmente con la seguridad sean cuales sean las condiciones del negocio. Cada vez que se requiere tomar una decisión importante o fuerte para el negocio, por ejemplo escoger entre seguridad y productividad, la seguridad debe prevalecer.
Para alcanzar esto los líderes deben regularmente interactuar con los empleados a través de observaciones de seguridad, liderando reuniones de seguridad, manteniendo conversaciones de seguridad, participando en inspecciones, simulacros y tomando un rol activo en otras actividades que promueven la seguridad en el sitio de trabajo.
Establecer una cultura de seguridad además de evitar incurrir en los gastos relacionados con los accidentes provoca un efecto de arrastre en el cual se mejora la efectividad de la organización. La ganancia de todo esto incluye una disciplina operacional más fuerte, mayor productividad, un perfil de riesgos más controlado y un incremento en la moral de los empleados.
Una cultura de seguridad fuerte es aquella que vincula a todos los empleados de la organización, con responsabilidades claramente definidas entre las que por ejemplo están entender que liderar es también ser el responsable de la seguridad de la unidad a cargo independientemente de la presencia o no, de un responsable global de seguridad designado formalmente. Es decir, un supervisor de área debe ser el responsable por la seguridad de los procesos de dicha área, más allá del rol de cada empleado y de la presencia de un Coordinador de Seguridad de la empresa. Este simple, pero poderoso, paso puede cambiar notablemente la manera en cómo se mira la seguridad en la organización.
Prevención es la clave
Adicionalmente la empresa debe ser capaz de generar información cualitativa y cuantitativa que permite generar indicadores reactivos es decir aquellos que miden los eventos no deseados ocurridos e indicadores proactivos que miden la eficacia de las actividades de prevención que pueden ser horas de capacitación, observaciones de trabajo seguro, observaciones del trabajo como es hecho (Safety II), reportes de actos y condiciones inseguras, auditorías e inspecciones y demás actividades diseñadas con el fin de evitar que los accidentes ocurran.
El camino más seguro y eficiente es el de la prevención en el cual los líderes comprometidos tienen la habilidad de diagnosticar problemas y corregirlos a tiempo con el fin de mantener la motivación y el buen hacer de los empleados que indiscutiblemente son el activo más importante que toda organización tiene.
En conclusión…
La inversión no debe ser ilimitada, por obvias razones, pero la organización puede evaluar el nivel de aplicación del concepto ALARP, por sus siglas en inglés (As Low As Reasonably Possible) que nos recomienda reducir los riesgos a un “nivel tan bajo como sea razonablemente posible hacerlo”.
Al final del día la seguridad busca principalmente proteger a la gente, su integridad y su calidad de vida pero es muy motivante saber que mientras más caminemos y nos esforcemos en el camino, mejor será la recompensa.
Si eres un líder en tu área de desempeño, incorpora estos conceptos a tu quehacer diario. Buena suerte!!
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